Coloca en un cazo el pollo sin piel, las zanahorias, la cebolla, el apio y las patatas. Cubre con agua y deja hervir unos 10 minutos. Añade la calabaza y la batata en trozos y vuelve a poner al fuego otros 10-15 minutos.

Separa en una fuente los distintos ingredientes y cuela el caldo. Con un cuchillo, despega la carne de pollo de los huesos y corta en trocitos muy finos. Aparta.

Machaca una zanahoria cocida y algo de calabaza con un tenedor. Añade un poco de la leche. Coloca el puré en un plato y agrega dos cucharadas de pollo cortado fino.  Ya tienes tu primer plato: un delicioso puré naranja con pollo.

Tira el apio y la cebolla que ya han dado su sabor al caldo. Cuélalo y guárdalo en la nevera para que la grasa que contiene se congele y puedas eliminarla. Los demás ingredientes –el resto de pollo, la zanahoria y la calabaza– consérvalos junto con el caldo en la nevera si piensas usarlos en breve o congélalos para preparar las recetas que vienen a continuación. 

Una vez colado el caldo que conseguiste cociendo el pollo y las verduras de la receta anterior, lo podrás congelar y utilizar cuando quieras para preparar un delicioso caldo de pollo con fideos.

Pon el caldo a hervir con un puñadito de fideos o nuddles. Cuando se hayan quedado bien blanditos, deja enfriar y sírvelo para la cena. Si no ha tomado carne al mediodía, añade unos trocitos de pollo. Completa el menú con un lácteo, por ejemplo un yogur o un quesito fresco. Deja la leche para otro momento para no añadir más alimento líquido que podría incomodar al niño por la noche.

Pon a hervir un puñadito de arroz hasta que el grano esté blando. Saca de la nevera trocitos de calabaza y zanahoria hervidas de la primera receta. Cuando el arroz esté hecho, cuélalo y agrega las verduras. Añade dos cucharadas de pollo troceado y una gotas de aceite o trocito de mantequilla. Sírveselo a tu bebé para el almuerzo. Completa el menú con algo de leche o una compota de fruta. 

Las croquetas son el plato estrella de cualquier menú infantil. Como tu bebé es algo pequeño para comer fritos, vamos a adaptar la receta preparando una papilla de leche parecida a una bechamel ligera a la que añadiremos trocitos de pollo.

Pon un vaso de leche a hervir y añade una cucharada de maicena que habrás previamente diluido en algo de leche fría. Remueve constantemente para que no se formen grumos. Añade una cucharada de pollo troceado y deja enfriar. Sírveselo templado al mediodía o por la noche y completa el menú con fruta bien madura y machada. 

Por su suavidad y consistencia, la quinoa se parece a un cereal pero su valor nutritivo es mayor porque contiene, además de hidratos de carbono, un alto índice de proteínas vegetales y cantidades nada desdeñables de vitaminas y minerales.

Se prepara en agua hirviendo, como si fuera arroz. Tienes que poner el doble de agua que de quinoa y cocerla a fuego suave unos 20 minutos. Cuando las semillas estén tiernas, colócalas en un plato y añade trocitos de pollo, zanahoria y calabaza de la primera receta. Aliña con un chorrito de aceite y sirve templado. Este plato es perfecto para el almuerzo junto con un lácteo.